martes, 17 de noviembre de 2009

Ahí.

Esto empieza como empieza todo, pero esta vez no empieza en cuaderno naranja, empieza desde aquí, desde lo artificial de este teclado que no me gusta por lo aspero de las teclas. Y no me gustan, no me gustan por la infelicidad de sus caras, por ese no enterarse de nada, esa gesticulación entre la ignorancia y la inocencia, como si se tratase de barbaros ante un ordenador. Ni me gustan las lineas de sus rostros.
Animal. El hombre es animal, y cuando digo hombre digo hombre, y descarto a las mujeres por su delicadeza, por su hacer pausado, pasional que trasciende lo animal. Y despues de todo la realidad está ahí. ¿Donde? De verdad que no me gustan las lineas de sus rotros. ¿De quien? Solo se que es dificil superar ese eso animal que nos lleva a la decadencia, a la duda. Pero ahí están esos amantes en circulos polares que nos enseñan la delicadeza de tocar con algo más que las manos. Y si eso es posible, ¿por qué no su melena rubia entre espigas y galgos?.

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